Actualmente, la enfermedad cardiovascular sigue siendo la primera causa de mortalidad en los países occidentales. Entre los factores de riesgo encontramos la dislipemia y en concreto, las concentraciones de colesterol se han vinculado al desarrollo y progresión de aterosclerosis. Las dislipemias más frecuentes son las hiperlipemias, en concreto hipercolesterolemia (aumento de los niveles de colesterol en sangre). Se estima que el 50% de la población presenta valores de colesterol total sanguíneos por encima de 200 mg/dl y el 25%, por encima de 250 mg/dl, siendo su control escaso. Esto supondría que aproximadamente 20 millones de españoles presentarían niveles altos de colesterol, aunque la mitad de ellos lo desconocen y no seguirían ningún tipo de tratamiento. Entre los factores de riesgo asociados se encuentran aquellos evitables, como aquellos relacionados con el estilo de vida: una alimentación rica en ácidos grasos saturados, grasas trans, inactividad física, obesidad, consumo de alcohol y tabaquismo. Por otro lado, entre los factores que no podemos evitar o modificar encontramos la edad, sexo y alteraciones genéticas asociadas a defectos en el metabolismo de las grasas.
Debemos reducir el consumo de grasas saturadas, evitar el consumo de grasas trans y aumentar el consumo de grasas mono y poliinsaturadas. Las grasas saturadas, se encuentran principalmente en productos de origen animal: carne, leche… y aceites vegetales como el famoso aceite de palma y el aceite de coco.
Las grasas trans están presentes en productos procesados como bollería industrial elaborada a partir de margarinas industriales, snacks salados, pizzas, etc.
Las grasas monoinsaturadas se encuentran en el aceite de oliva (por ello se recomienda el consumo de aceite de oliva virgen extra como grasa principal de nuestra dieta), aceitunas, aguacates, frutos secos al natura,etc.
Las grasas poliinsaturadas las encontramos en vegetales de hoja verde, nueces, semillas, aceite de lino, semillas de chía, soja, colza y pescados azules (sardinas, atún, salmón, caballa…).
El colesterol que contienen los alimentos de origen animal no es tan influyente como el procedente de las grasas saturadas. Por lo que, si nuestras cifras de colesterol sanguíneos son altas, debemos prestar más atención en reducir los alimentos ricos en grasas saturadas que en reducir los alimentos con colesterol de forma natural (como puede ser el demonizado huevo, por el contenido en colesterol de la yema). ¿Qué alimentos tienen mala fama por su contenido en colesterol y debemos limitar, pero no evitar su consumo? Huevo (o yema de huevo), mariscos, vísceras como hígado de ternera, cerdo o pollo. Respecto a estos alimentos problemáticos… podemos consumir hasta 1 huevo al día, el marisco de concha (almejas, chirlas y ostras) es mejor opción que crustáceos (gambas, langostas y cangrejos) y cefalópodos (pulpo, sepia y calamares).
Las dietas ricas en fibra, producen una disminución del colesterol, ya que disminuyen la absorción de colesterol y ayudan a su eliminación. Por lo que aumentar el consumo de cereales integrales, legumbres, verduras y hortalizas y fruta es muy recomendable.
Por último, el método de cocinado también es importante, las técnicas al horno, vapor, a la plancha… son más recomendables que las frituras, rebozados o empanados. Éstas últimas debemos dejarlas para ocasiones especiales y utilizar aceite de oliva como grasa de cocinado. Y como aderezo de nuestros platos… debemos evitar opciones como mayonesa, bechamel… y utilizar especias, zumo de limón, vinagretas, mostazas o sofritos como aliño o salsas.